miércoles, 8 de septiembre de 2010

Carlitos

Ya no asistía a las reuniones. Nunca comulgué con la idea de que la violencia nos brindaría dignidad.
En su lugar, elegí usar esos momentos para recorrer las calles con mis retoños. Tenía la esperanzadora idea de que no eramos invisibles para todo aquel bien vestido. Fantaseaba con la generosidad de aquellos con los que la vida fue generosa.
Llegando a una esquina, me tropecé con la arquitectura de la ostentación. Y sin embargo, sin embargo unos ojos concentraron toda mi atención. Instantaneamente pude sentir su cálido posar sobre nuestras almas. Supe que tenía razón, que la violencia denotaba la peor de las pobrezas, la pobreza de alma. Comprendí que no era una guerra.
Me iba a acercar al buen hombre, cuando ví a Karl, el más acerrimo defensor de que la dignidad la lograríamos con sangre, salir corriendo de la recientemente inaugurada vidriera de vanidades. Me detuve. Recordé su plan, recordé su odio, recordé sus ojos al hablar de ello.
Entonces no lo dudé, abracé a mis hijos, los arrojé al suelo, a ese suelo que tanto conocíamos.
En un instante todo ardió en llamas. En las mismas llamas que no discriminan. Destruyen todo, sin importar su estirpe.
Al levantarme y, con esfuerzo, ayudar a levantar a mis niños, nos noté envueltos en las más costosas telas. Cubiertos en los más puros cristales. Llenos de la más profunda tristeza.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Caligrama







¡BANG! El frío metal sobre mi cabeza. Un grito retumbando en mi cerebro. La oscuridad absoluta. Segundos eternos. El gatillo rumiando. Un culatazo seco, certero. Un final armado, calculado. Ya viene. Ya sale. Ya duele. Ya está.

domingo, 29 de agosto de 2010

AZ

Argentina anda altiva. Bucea basura blanca caduca. Corre caminos chiflados. Chorea deseos dormidos del eterno estúpido. Esa falta, falencia fétida, gobierna ganando guerras. Gestando golpes hambrientos. Hemos hecho idioteces. Intentamos idear justicia. Juntos jalamos kilómetros legales. ¿Lo logramos? Lloramos llantos miserables. Miles murieron. Nunca nosotros. Nuestros ñatos observaron. Onas odiaron. Poca patria pudimos querer. Qué rápido rapiñaron rascando suelos. Somos simplemente tontos. Tomamos todo, usamos. Una usurpación vanidosa, venenosa. Vendimos wi-fi xenófobo. Yoma, Zulema.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Son millones

El acto mecánico y eterno. La repetición absoluta del cliché. La molestia que produce el despertador todas las mañanas, de lunes a viernes.

La vida siempre le pareció chata, plana. O al menos SU vida. Trabajo regular. Casa regular. Esposa regular. A menudo se preguntaba cómo había llegado hasta su presente. Se pasaba noches en vela tratando de encontrar el punto en el que se apartó del camino planeado. Una bifurcación. Una distancia leve del camino original, que a medida que avanzaba, lo alejaba aún más del camino tantas veces pensado.

Y allí se encontraba él. En un lugar en el que nunca se soño.

Nunca intentó cambiar las cosas, al menos nunca seriamente. Y nunca se lo reprochó. No era comodidad. Tampoco era indiferencia. Según sus pensamientos, eso que le pasaba por la cabeza era la sensación de una vida chata, plana. Una vida normal. El medio de todo. Ni cambios rotundos, ni planteos serios.

Una muerte común. Un final común. Son millones

viernes, 6 de noviembre de 2009

End of the road

Algunas veces siento como si el tiempo no corriera.
Y simplemente me tocara observar momentos congelados.
Algunas veces apareces a un costado de mi memoria.
Como un recuerdo paralelo de un pasado factible.
Algunas veces distingo tu figura entre miles.
Pero siempre te pierdo entre pocos.

No sé cuanto tiempo toma. Cuanta sangre derramada en vasos de whisky.
No sé cuantas peleas en bares. No tengo idea cuantas internaciones.

Al final eso mismo que perseguiste, termina siendo lo único que no queres alcanzar.
Saberte terminado. Simplemente las cenizas de un ideal.

A cada final le siguió un comienzo. Y a cada comienzo un nuevo final.
Como por un tubo.


jueves, 15 de octubre de 2009

Duele

El humo sube. Llega al techo debilitado. Anémico. Mi vaso transpira. Levanto mi whisky del brazo del sillón. Lo miro a trasluz. Lo miro más tiempo del que un cuerdo lo miraría. Me pongo de pie. Apago las luces. Pongo a Bach. Subo el volúmen. Más. Mucho más de lo recomendable. Le doy otra pitada al cigarrillo. El tabaco se consume, iluminando parcialmente mi cara. La música crece. La tensión en el aire la siento en el pecho. Creo que voy a vomitar. Le doy un trago al vaso. Retengo el whisky en mi boca. Lo escupo. Grito. Arrojo el vaso contra la pared. Pienso en que jamás imaginé romper un vaso contra una pared. Situaciones extremas. Todo lo siento esteriotipado. Todo está visto. En ese momento entrás. Prendés las luces. Ves toda la basura. Todo el desorden. No decis nada. Te vas al cuarto. Te desvestís. Puedo saberte desnuda simplemente oyendo cada prenda rozar tu cuerpo. Bach sigue imperturbable. Tomo otro trago de whisky. Vuelvo a pitar el cigarrillo. Todo está visto. Mil veces repetido. Ya ni sé si duele. Ni siquiera sé si importa.

miércoles, 14 de octubre de 2009

La vuelta

Después de un año a puro trabajo, finalmente volvemos a los escenarios. La reestructuración de la banda fue más rápida de lo que pensábamos. El acople fue rápido.

El pasado, obviamente nos dejó recuerdos. Y como todo pasado, algunos recuerdos son buenos y otros no tanto. Por suerte, los buenos estan grabados:

Las Curvas de Mondrian - "Delay"

http://www.youtube.com/watch?v=YfcXRe_Y5vM