jueves, 10 de diciembre de 2009

Son millones

El acto mecánico y eterno. La repetición absoluta del cliché. La molestia que produce el despertador todas las mañanas, de lunes a viernes.

La vida siempre le pareció chata, plana. O al menos SU vida. Trabajo regular. Casa regular. Esposa regular. A menudo se preguntaba cómo había llegado hasta su presente. Se pasaba noches en vela tratando de encontrar el punto en el que se apartó del camino planeado. Una bifurcación. Una distancia leve del camino original, que a medida que avanzaba, lo alejaba aún más del camino tantas veces pensado.

Y allí se encontraba él. En un lugar en el que nunca se soño.

Nunca intentó cambiar las cosas, al menos nunca seriamente. Y nunca se lo reprochó. No era comodidad. Tampoco era indiferencia. Según sus pensamientos, eso que le pasaba por la cabeza era la sensación de una vida chata, plana. Una vida normal. El medio de todo. Ni cambios rotundos, ni planteos serios.

Una muerte común. Un final común. Son millones